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La forma de vida que tenemos nos impone una forma determinada de relacionarnos con el cuerpo. Una forma para nada orgánica.
Los hábitos de movimiento que hemos adquirido e incluso desarrollado desde el tipo de actividad que nos ha sido impuesta junto con la forma de vida de la modernidad.
Imagina: nuestro cuerpo está diseñado para actividades como caminar, correr, trepar, nadar, saltar, reptar, bailar, …
¿Y lo estamos haciendo?
Sabes que no, no lo hacemos.
Y esto interfiere en mucho en el funcionamiento del organismo, porque el organismo es en el cuerpo y las importantes funciones que se dan para mantener la vida en el cuerpo, se distorsionan.
No sólo se generan problemas estructurales, que producen dolor en las articulaciones y los músculos, sino también en los órganos y los procesos.
Y uno de los procesos que se ve muy afectado es el de la gestación y el del parto. El cuerpo femenino acusa muchísimo esta distorsión en el movimiento y el vínculo con el cuerpo y también afecta mucho en los procesos que se dan en la madurez.
Quién te acompaña en esta área
Diana Valeria
Como nunca he sentido demasiada atracción por la enseñanza reglada, no te voy a hablar aquí de títulos ni de carreras concluidas. Te voy a hablar de mi trayectoria en este campo.
Conocí el Yoga de niña, a través de un verdadero Yogui íbero, buen amigo de mi familia. Él, que era un verdadero mago, fue mi primer maestro sobre las profundidades de la existencia y me enseñó a ver el cuerpo como vehículo de un alma encarnada en una vida física. Lo que aprendí de él sobre el cuerpo y su relación con el entorno (él era también un buen Astrólogo) han estado siempre en el fondo de todo lo que he ido integrando posteriormente.
Soy consciente de lo privilegiada que he sido y doy gracias por ello. Así que a partir de esta buenísima base de conocimiento, he dedicado mi tiempo sobre todo a explorar y a experimentar. Desde una actitud muy enriquecedora y poco académica.
Siempre he sido muy activa físicamente y de niña practicaba gimnasia deportiva siempre fuera del mundo de la competición, como una disciplina artística, haciendo exposiciones y demostraciones con mi equipo.
Después me incliné hacia la exploración del universo de las técnicas y terapias corporales que en la década de los 80 florecían por doquier.
Me gustó practicar la danza africana, la biodanza y la danza del vientre por sobre otras cosas que pude practicar. Algunas autoras de la época, como Therèsse Bertherat o Gabrielle Root, produjeron un gran impacto en mi. Therèsse Bertherat me conectó con el maravilloso mundo de la fascia y sus impresionantes funciones, no reconocidas por la ciencia del pensamiento dominante y Gabrielle Root con los ritmos de la vida que se expresan en el cuerpo.
Mediante mis estudios de masaje, naturopatía, medicina china y chamanismo, me visión se fue tornando cada vez más integradora y a día de hoy considero que el vínculo con el cuerpo mediante el movimiento, el esfuerzo y la observación, son los aspectos más importantes para mantener el estado de salud más óptimo posible.
También me ha interesado estudiar anatomía y la parte relacionada con el movimiento, los huesos, articulaciones y músculos, la aprendi practicando pesas y máquinas, de forma que se hacía muy evidente y vívido la que estaba aprendiendo.
Mi función aquí es la de animarte, motivarte e inspirarte para encontrar los movimientos que son propios de tu naturaleza y que tienen el poder de sanarte en una muy amplia dimensión.
Aquí aporto algunas sesiones para la práctica de mis disciplinas preferidas, que por el momento se ciñen al Yoga, el Movimiento Primal y la Danza del Vientre.
El Movimiento Primal para entrenar la psicomotricidad gruesa y la Danza del Vientre para entrenar la psicomotricidad fina.
Todo esto aderezado con ejercicios extraídos de las disciplinas ancestrales del Ayurveda, el Toltecayaltz, el Taoísmo, conocimientos del antiguo Egipto…
Y mi propuesta es reunirnos online, una vez cada 15 días, para auto-explorarnos juntos inmersos en la dimensión corporal.