146. Una aproximación a las Constelaciones Familiares

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146. Una aproximación a las Constelaciones Familiares
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Me pidieron que aportara información sobre la propuesta que he empezado a llevar a cabo para los grupos que quieran hacer una labor de sanación de sus vínculos ancestrales: las Constelaciones Familiares.

Más antes de empezar a enfocarnos sobre este tema quiero recordarte que este es el podcast de la Escuela VidaEnSalud, dónde organizamos diferentes capacitaciones que nos acercan, cada vez más, a la capacidad de autogestión sobre nuestra salud. Al empoderamiento sobre el cuerpo. Ahora hemos cerrado la admisión del taller sobre el año del Dragón y pronto abriremos nuevas propuestas. También hago transmisiones en directo bastante a menudo y este próximo miércoles a las 6 de la tarde, hora española peninsular, tendremos uno sobre la actualidad en la cryptoesfera. Mantente en contacto y te pasaré aviso de todo.

Y dicho esto, empecemos con el tema que hoy nos ocupa.

Me capacité como guía de Constelaciones Familiares hace algunos años, teniendo como mentora a María Martínez, una de las mujeres que más tiempo llevan implementándolas en España. Desde los 90, si no recuerdo mal.

Es una poderosa herramienta desarrollada por Bert Hellinger con la intención de sanar las secuelas que dejaron las guerras mundiales en la integridad humana. Presumiblemente él quería librar a las futuras generaciones de las cargas generadas en esa época y anteriores. Y la herramienta que puso a disposición de la humanidad realmente hace una gran labor en ese aspecto.

¿En qué se basa la dinámica de las Constelaciones Familiares?

Bueno, en realidad tiene un origen científico Cuántico-Disidente. Te explico en más detalle.

Sabes que la naturaleza humana es curiosa y que las preguntas que más energía mueve en nuestra comunidad desde tiempos inmemoriales es las que nos llevan a la comprensión del cómo funciona y cómo es todo lo que nos rodea. Es por esto que solemos estudiarlo todo y escudriñar por los recovecos de las diferentes manifestaciones de la vida en su forma natural.

Y es en una de estas estaciones de investigación que comienza nuestra historia.

Las diferentes especies y familias de estas están siendo constantemente observadas, monitoreadas e investigadas, para conocer su naturaleza. Siempre he pensado que esta actividad “científica” es dónde volcamos la necesidad de autoconocimiento, de vernos y comprendernos a nosotros mismos como una especie más que vive en esta hermosa tierra. Una de estas especies son los primates.

Entre los equipos que monitorean las diferentes formas de vida sobre la tierra, hay uno que estudia el comportamiento de una familia determinada de primates que se distribuye en tribus que habitan en diferentes emplazamientos de la Tierra, sin mantener ningún contacto físico entre ellas.

Dentro de su dieta cotidiana, estos monitos cuentan con unos tubérculos que desenterraban y comían directamente, con la tierra y todo, hasta que un día, a uno de ellos, habitante de una de las tribus, se le ocurrió ir al mar a lavar el tubérculo antes de comerlo. A los demás les debió parecer una gran idea porque inmediatamente imitaron a su compañero y empezaron a lavar los tubérculos antes de comérselos.

Hasta ahí bien, normal ¿Verdad? Los vecinos ven una ventaja en esa práctica y la aplican para sí mismos.

Más lo que removió a toda la comunidad científica es que en los días siguientes los equipos que observaban a los monitos en otras partes de la Tierra empezaron a reportar que los miembros de las comunidades observadas empezaban a hacer eso mismo: ¡Lavar los tubérculos antes de comérselos!

Y claro empezaron a buscar explicación a este fenómeno, llegando a la conclusión de que existía algún tipo de conexión interespecies que no estaba supeditada a la proximidad física de los individuos.

De ahí Rüpert Sheldrake desarrolló la teoría de los campos morfogenéticos. Describiendo que los acontecimientos y experiencias vividas por una especie se almacenaban en un campo energético en lo que se llama la Sopa Cuántica, o vacío primordial, y eran “descargados” de ahí para completar la evolución de esa especie.

A Rüpert Sheldrake le fue retirado el reconocimiento como científico, como ha pasado con otros muchos que han aportado importantes descubrimientos y respuestas, y se catalogó su teoría como acientífica, a pesar de que nadie cuenta con un argumento “científico” que la refute. Al contrario, porque por la experiencia que tenemos en las Constelaciones Familiares, es real que esto es así, porque en esa actividad establecemos contacto directo y consciente con ese campo.

¿Qué hacemos en una sesión de Constelaciones Familiares?

Pues eso, descargar una memoria del campo mórfico, la memoria de un sistema familiar para recrear una situación que se dio en el pasado.

Tenemos rigurosos estudios que aclaran que los humanos tenemos una o varias heridas primigenias. Esto son heridas causadas en la primera infancia que dejan “cicatrices” en nuestro carácter, y, al estar ancladas en el subconsciente, no podemos ver ni prever. Experiencias como el rechazo, el abandono —leve o severo—, la humillación, la traición, o la injusticia, pulsan por debajo de nuestros actos, de nuestras elecciones, de nuestras decisiones. Y no es que nuestros padres fueran malas personas, aunque hay excepciones suele no se así. La mayoría de padres aman profundamente a sus hijos y quieren lo mejor para ellos, más las experiencias vividas por los ancestros del sistema van pasando estas heridas, sin que podamos percibirlo, de generación en generación. La dinámica subconsciente consecuente hace que nuestras decisiones, elecciones y acciones estén intervenidas por estas carencias llevándonos a obtener resultados que no son los que queremos, a vivir experiencias que no somos conscientes de haber elegido vivir y nos exclamamos: ¡¿Por qué me pasa esto a mi?!

Pues en las constelaciones “descargamos” del campo la información de la situación que generó la herida en el sistema que está interviniendo en la cotidianidad de las nuevas generaciones y la hacemos visible. Y, al verla, ya nunca más va a ser una pulsión subconsciente. La podrás ver venir y, en lugar de ser poseída por ella, elegir si quieres seguirla, o no.

La familia humanidad

Y ¿Sabes qué?

Que esta sanación se extiende a toda la humanidad. Porque todos somos familia e incidiendo en una porción —o un fractal— de la familia humana, la consciencia se expande y la alcanzamos toda, en mayor o menor medida.

¿Te has fijado que para que tú hayas llegado a encarnar y vivas esta vida material, han sido necesarios dos seres, que sin tu padre y tu madre, tú no existirías? ¿Y que ellos no existirían si no hubieran existido sus padres, tus abuelos? ¿Y que a su vez, si no hubieran existido tus bisabuelos, tus abuelos no serían?

Al final tu vida es gracias a que han existido muchas otras, tantas que, en los albores de la humanidad, seguro no había tanta gente como para que ahora estemos divididos entre tantas familias como parece que estamos. De verdad, que todos somos familia. Tenemos ancestros comunes, somos parientes y el árbol individual es el árbol que acoge la historia de la humanidad entera.

Sanación individual y colectiva en un solo movimiento

Así cuando “descargamos” la situación de un sistema familiar concreto, estamos representando una porción del sistema humano que, por resonancia va a mover también hacia la consciencia ese conflicto que, de hecho, nos afecta a todos.

Por eso es un movimiento muy efectivo. Porque se enfoca en el origen común y expande esa sanación hacia todos los seres que componemos la familia humana. Cuando participas en una constelación estás poniéndote al servicio de tí, de tu sanación y liberación, de tu sistema familiar —que incluye al sistema descendente, que liberamos de ser depósitos de esas heridas que el sistema va delegando en el árbol hacia abajo— y la liberación y sanación del sistema humano.

Así que cuando participamos en una constelación familiar podemos aportar, conscientemente sanación para nosotros, para nuestro sistema familiar, tanto ascendente como descendente, y para nuestro sistema humano.

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